Y tú ¿cómo entiendes lo que pasa?

Este artículo surge de una experiencia que tuve durante la cabalgata de reyes, con mi familia. La cabalgata (cita obligada – y disfrutada- cada año) recorre las calles centrales de nuestra ciudad y cuando acaba, los Reyes Magos reciben a las familias en el Ayuntamiento; no sé si es así en todas las ciudades. Como es normal, se genera una cola monumental, porque además de escuchar las peticiones de los y las más peques, les regalan un libro y una bolsa de chuches. La policía se encarga de hacer que la gente vaya entrando de manera ordenada. Pues bien… aquí surge la experiencia en la que se basa este artículo. Hacía mucho frío en la calle y todo el mundo quería entrar al ayuntamiento, donde se estaba mucho más calentito. La cola fue avanzando y las familias iban entrando. Cuando ya estábamos cerca, el policía de la puerta comenzó a calcular hasta donde entraría gente. Justo dejó pasar hasta la familia que estaba antes que nosotros…

Yo le dije a mi hijo: «¡qué suerte! nos hemos quedado los primeros«. Se lo dije convencida de que era un golpe de suerte, porque en cuanto volvieran a dejar entrar (en 5 o 10 minutos) entraríamos en primer lugar. La familia que estaba detrás (adorables conocidos nuestros) oyeron el comentario y tanto el papá como la mamá se rieron ¡como si fuera una broma!. Pero no lo era, yo estaba encantada y agradecida porque ahora éramos los primeros, así que me volví y se lo dije «¡claro que es una suerte!».

En ese momento me di cuenta de dos cosas: 1º algo que todos sabemos: todo depende de la interpretación que cada persona haga de una situación, y ellos lo estaban interpretando de una manera distinta a la mía;  y 2º, el ver las cosas de manera positiva se ha integrado de manera automática en mi cerebro. Creo que esto lo he desarrollado durante los más de 10 años que llevo en el mundo de la «terapia«. Es una maravilla porque ya no tengo que buscar consciente y forzadamente el lado bueno de las cosas, sino que mi cerebro ya las interpreta como positivas, detecta la ventaja de cada situación y esa es mi primera interpretación.

Y ¿por qué te cuento esto? Porque es una ventaja maravillosa que te invito a integrar. En estas pequeñas situaciones cotidianas lo que sucede en mi cerebro es que detecta las situaciones como oportunidades, como «buena suerte». Eso activa automáticamente en mí la gratitud, que supone una activación del cortex prefrontal y un «chute» de dopamina que me hace sentirme bien; además prepara mi mente para entender las perspectivas de otras personas, para la empatía y genera en mí una emoción de «alivio«.

Ver las cosas de manera positiva, no es una tontería que esté de moda o «una cosa de hippies», es una estrategia para conectar con tu bienestar a todos los niveles: físico, mental, emocional, relacional y espiritual.

Que esto surja de manera automática en tu cerebro es una cuestión de entrenamiento. Y a ti ¿qué te ha pasado bueno hoy? ¡Puedes dejarlo en los comentarios!

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