Nuestra realidad está implicada directamente por nuestros creencias, lo que pensamos, lo que sentimos, nuestras anticipaciones… El observador modifica lo observado; por eso mismo, ante un mismo hecho, dos personas pueden entender e interpretar cosas distintas.

¿Te está ayudando tu mente?

Ojalá la respuesta sea sí, pero lamentablemente, a la mayoría de las personas, la mente les limita. Ya sabemos por otros artículos que nuestro cerebro anticipa; entonces ante una situación parecida va a hacer que repitamos lo que hicimos la vez anterior. Si esa respuesta te llevó al «éxito» genial, pero lamentablemente otra vez… muchas veces no es así. Reaccionamos con un miedo irracional a situaciones que al final poco tienen que ver con la primera (el ejemplo del miedo a los perros me gusta mucho porque creo que se entiende perfectamente: de niño un perro te muerde y pasan los años y sigues huyendo de los perros, sea un perro parecido al que te mordió, sea un cachorro… es una anticipación, con un miedo irreal, que para la persona es súper real)

Pero bueno, hasta aquí ya te lo sabes por otros artículos (este, por ejemplo), mi pregunta de hoy es: ¿qué haces con tu cerebro durante tu día a día?

Voy a contarte algo. El otro día vi que mi reloj no estaba sincronizado con mi teléfono (llevo uno de esos relojes que cuentan los pasos, las horas de sueño…). Entonces lo miré un poco «por encima» y pensé: bueno, se lo diré a Iván y que me lo arregle él. Iván es mi pareja y se le dan muy bien todo este tipo de cosas. En ese momento, mi cerebro para; me di cuenta de que ya no estaba pensando en soluciones, opciones o maneras de poder hacer. Había abandonado por completo la «investigación». Así que me dije a mí misma: ¿cómo podría arreglarlo?. En ese momento, comenzaron a venirme ideas, comencé a mirar en la App del móvil… y en un minuto mi reloj estaba de nuevo sincronizado. Esto puede parecerte una tontería, pero: ¿qué crees que pasó ahí?. Cuando yo pienso: ya lo hará él, mi mente no sigue buscando, no encuentra opciones ni alternativas, le doy la orden de parar. En el momento en que me pregunto: ¿cómo puedo hacerlo? Entonces mi mente se activa, se pone en marcha, busca y rebusca hasta conseguirlo, porque nuestra mente también es así… hasta que algo no queda «cerrado» sigue dando vueltas (esto es un regalo a veces, otras no tanto, jejeje).

Preguntas clave…

En psiconeuroinmunoterapia vemos muchas preguntas que son adecuadas para poner a nuestro cerebro en acción.

• ¿Cómo puedes mejorarlo?
• ¿Qué te gustaría conseguir?
• ¿Cómo crees que puede cambiar?
• ¿Qué soluciones hay?
• ¿Quién puede colaborar?
• ¿Dónde puede estar la respuesta?
• ¿Te conviene? (lo que estás pensando, sintiendo, haciendo…)
• ¿Te ha funcionado?
• ¿Para qué?
• ¿Qué es lo importante?
• ¿Qué es lo que quieres conseguir? Entonces, lo que estás haciendo: ¿te lleva a eso?
• ¿Es una buena estrategia?
• ¿Crees que eso crea algo bueno para ti?
• ¿Has sufrido ya bastante?
• ¿Estás bien así?
• ¿Qué pasaría si no fuera así?
• ¿Qué quieres ver?
• Y una de mis favoritas: ¿Qué prefieres tener, la razón o paz en el corazón? 🙂

Estas preguntas son ideales para «reconducir» nuestra mente, para encontrar soluciones, para sentirte mejor. Crean futuro, te sacan de donde estás, te centran en los resultados… Utilízalas porque son oro, son una técnica en sí mismas.

Como te puedes imaginar, preguntas como: ¿por qué? no sirven para nada (el por qué solo trae «porquerías«). Esta pregunta para tu mente, te centra en lo que no quieres, te ancla, das vueltas. ¡Arranca tu mente, ponla a trabajar!. Hazte las preguntas adecuadas, que te lleven a resolver, que pongan tu creatividad en marcha, que te lleven a «buen puerto».

¡¡Adelante, usa tu cerebro de la mejor manera!!

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