Héctor se ha ido a pasar unos días a la sierra de Madrid con sus primos y tíos (Héctor es mi hijo, de 4 años y medio). Es la segunda vez este verano que lo hace. Cuando nos dijo que se iba (tienes las cosas muy claras), su papá y yo nos quedamos un poco tristes, porque nos apetecía pasar estos días con él, pero entendimos que era una decisión que él podía tomar. Allí está feliz, jugando todo el día con sus primos.
El día que se fue, por la tarde, Iván y yo estuvimos un poco serios, como desganados, le echábamos de menos. De pronto me di cuenta de algo: ¿se supone que tengo que echarle de menos y estar triste porque no está?, ¿de dónde sale esa suposición?, ¿es lo que yo quiero?, incluso, ¿es lo que él quiere? QUE IMPORTANTES SON LAS PREGUNTAS QUE NOS HACEMOS. Las preguntas que te haces te llevan al siguiente lugar.
Bueno, pues evidentemente no queríamos estar así, me di cuenta de que tenía tiempo para mí, para mi pareja, para mis cosas, para mi trabajo… ¿qué más podía pedir? Héctor está feliz y además en ese momento me doy cuenta de lo independiente que es, de lo seguro que se siente (sino no se iría), de lo que disfruta de su familia, de lo valiente que es.
Reflexiones
Todo esto me hizo reflexionar de nuevo sobre la influencia tan grande que tenemos en nuestra propia vida (y en la de los demás). Al cambiar nosotros la energía todo cambia a nuestro alrededor. Estamos pasando unos días geniales en pareja, estamos haciendo un montón de cosas y disfrutando de tiempo juntos, de tiempo solos y de trabajar. Pierde peso las comidas diarias (igual hacemos un «vermut» y ya), podemos ver pelis hasta tarde, no madrugar (aunque nos despertemos solos por costumbre…). Vamos, un auténtico lujo.
Así que, elijo disfrutar de esto, consciente y plenamente, PORQUE PUEDO Y QUIERO. Y la culpa, que a veces sentimos los papás y mamás por las creencias falsas y desactualizadas que llevamos, la dejo atrás, porque no tiene ningún sentido, ninguna justificación y porque me da la gana, así de simple 🙂
Muchas (demasiadas) veces hacemos o dejamos de hacer cosas por el qué dirán, y es una auténtica pena, porque: lo primero, es posible que nadie dijera nada (vemos fantasmas donde no los hay) y segundo porque ¿qué importa lo que una persona que no eres tú opine de lo que quieres hacer? Nadie te conoce, ni te entiende, ni puede hacer las cosas por ti al 100%, así que deberíamos tenernos más en cuenta de lo que nos tenemos a veces.
Y tal vez estás pensando: «a mí me da igual el qué dirán», pero si lo piensas te descubrirás en alguna de estas situaciones, te verás cediendo, haciendo algo porque así «debería» ser, o no haciendo algo porque no es lo que se espera de ti. Muchas veces el «qué dirán» actúa de manera sutil, incluso inconsciente. Así que te invito a prestar mucha atención, a darte cuenta si en ocasiones del día a día estás siendo tú o lo que haces no está «decidido» por ti. Así somos más conscientes, menos automáticos y más LIBRES.
SÚPER FELIZ SEMANA. Prueba a hacerlo y te leo en los comentarios 🙂
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