El niño o niña interior representa nuestra parte emocional. Cuando éramos pequeños muchas de las emociones que sentíamos no eran entendidas, atendidas, resueltas; esto generaba que fuéramos «guardando» en nuestra mente subconsciente un montón de emociones «sin clasificar», sin limpiar, se quedaban. El niño o niña interior es un símbolo de esa parte subconsciente que recuerda cada emoción en cada acontecimiento de nuestra vida. Si las emociones fueron bien gestionadas: todo correcto, pero como os cuento, la mayoría de ellas no se resolvieron.
Y ¿qué pasa con ellas?
A día de hoy esas emociones no resueltas se manifiestan en nuestras vidas de distintas maneras. El niño o niña interior tiene sus/tus heridas, que suelen acabar siendo las mismas para muchas personas. Por ejemplo, las más comunes pueden ser tristeza y rabia por sentir rechazo y abandono. Estas emociones «enquistadas» salen de golpe cuando menos te lo esperas o en algunas personas son como la banda sonora de su vida, es decir, están de fondo siempre. Así, puedes tener una herida de abandono y entonces sentir rabia, lo que te hace reaccionar con esa rabia en situaciones que no la justifican. Además normalmente después de ese estallido, te arrepientes, no has sido justo o coherente. Otra cosa que sucede es que si no atendemos a estas emociones, no las sanamos ni tenemos en cuenta al niño o niña interior, se somatizan en forma de molestia, dolor, enfermedad… como una manera desesperada de llamar nuestra atención.
La desconexión con esta parte de nosotros y nosotras suele llevar a la pérdida de ilusión, de energía e incluso a la depresión. Porque hay un niño herido pero también es el niño el que nos aporta la alegría, las emociones más «positivas», es nuestra esencia, nuestra parte más pura. Muchas veces por no sufrir el dolor de las heridas pasadas, por no querer verlo, nos desconectamos. Pero lo malo de esto es que el pasado no te duele (mentira), pero el futuro no lo disfrutas. Es como quien sufrió por amor y ahora se cierra a él, no va a sufrir más desamor, pero tampoco más amor. Es un precio demasiado alto. Me he preguntado durante mucho tiempo por qué la gente al hacerse mayor es menos feliz, y creo que la respuesta es esta: nos desconectamos de nosotros mismos (de nuestro niñ@, nuestras emociones) para no sentir y dejamos de hacerlo, para bien y para mal… Ya no sientes rabia, pero tampoco alegría, ilusión, las cosas dejan de llenarte, no encontramos sentido, no encontramos nuestro lugar; y es que nos hemos salido de nuestro lugar: nos hemos salido de nosotros. Así que creo firmemente que para sanar (entendido como vivir, disfrutar, SER), hay que sanar al niño, hay que sanar las heridas en la raíz.
Además el que dejemos de sufrir cuando nos desconectamos es irreal. En el ejemplo del desamor, la herida del abandono y el rechazo seguirá saliendo y saliendo (en forma de tristeza, de ira…), además cuando menos convenga y seguramente sin entender porqué (depende de la desconexión que tengamos). Si esos estallidos no son atendidos y sanados, como pongo más arriba, surgirán los problemas físicos, la enfermedad…
El mayor reflejo
En mi experiencia (por mí y por mis clientes), donde más se ve reflejado el niñ@ es en la autoestima, la salud y la pareja, también la prosperidad, el merecimiento. En la pareja es interesante porque hay gente que acaba queriendo que su pareja sane las heridas del niño. Y solo tú mismo puedes sanar a tu niño (que para eso es tuyo 🙂 )
¿Cuál es la solución?
Sana a tu niño o niña. Ya está. Enfréntate a lo que hay, lo que no pudiste gestionar entonces, gestiónalo ahora. Solamente hay que dejarse sentir esas emociones. Las emociones vienen y se van, solo se quedan estancadas si no las dejamos salir, así que ve a ese momento y déjate sentir. Muchos de nosotros sentimos que no tuvimos suficiente amor de niños (aunque no lo sepamos explicar conscientemente). Los niños y niñas necesitan tanto amor que rara vez nos sentimos plenamente atendidos en nuestra infancia. Y no es que no nos dieran amor (a veces no lo dieron), es que SENTIMOS que no era suficiente, habríamos necesitado más, y eso es lo que se registra en nuestra mente subconsciente.
¿Cómo puedo ayudarte?
Me encanta trabajar con los niños y niñas interiores (y exteriores, jejeje), me apasiona su espontaneidad, su capacidad de perdón, su poder, su fuerza y su belleza. En las sesiones individuales trabajo al niño o niña interior, son sesiones intensas con resultados sorprendentes, te presento aquí un retiro de 3 días para hacer un trabajo intensivo. Va a estar acompañado de naturaleza, alimentación y yoga, que guiará mi amiga Mila (te la presentaré en el siguiente artículo). Se realizará del 11 al 13 de octubre y tendremos un completo programa para ayudar a tu niño o niña interior a sanar sus/tus heridas de una manera agradable y sencilla, para que tu vida mejore. Vamos a comenzar las mañanas con una sesión de yoga, para centrarnos y conectar cuerpo-mente-espíritu, vamos a caminar con las estrellas, a limpiar con el agua en una cascada preciosa, vamos a conectar profundamente con tu niñ@. Además de hacerlo en un entorno maravilloso, vamos a añadir una alimentación ideal (ovo-vegetariana) que acompañará y facilitará la limpieza. Todo pensado para que la conexión y la sanación sean lo más profundas posibles. Es una oportunidad fabulosa para hacer este trabajo. El grupo será de 15 personas máximo, así que ¡no te quedes fuera!
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